El mundo helenístico constituía un marco idóneo para la penetración de diversas religiones de origen asiático, proceso que se acentuo con la decadencia del Imperio Romano. El cristianismo, por distintas razones, alcanzo pronto gran predominio entre estas religiones, adaptando a su doctrina diversos elementos de la filosofía griega. El proceso de penetración del cristianismo, y la resistencia de la intelectualidad, escapa por su complejidad al carácter de esta obra, y nos limitamos a señalar su presencia activa en la cuenca mediterránea cuando la filosofía antigua ha agotado ya su capacidad creadora. El citado rechazo por parte de las clases cultas y los intelectuales, entre otros motivos, colocan en posturas diversas a los primeros cristianos en relación con la filosofía.

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